Después de poco más de 8 meses llegó el día de volver a casa, volver a ver a la familia y los amigos. El cielo estaba gris y caían algunas gotas, la ciudad lloraba mi partida. Tomé un taxi y llegué al aeropuerto de Florianópolis apenas pasadas las 8 de la mañana. Haciendo la fila del check-in logré escuchar que el chico de Gol le decía a los pasajeros delante de mí que el avión estaba en mantenimiento y que el vuelo podía ser cancelado. Yo ya pensaba en la posibilidad de remarcar el vuelo y quedarme en Floripa unos día más. Justo cuando llegó mi turno llegó la información de que el avión ya estaba OK y podía embarcar sin problemas. Como estaba lloviendo y no había mangas para subir el avión, había una persona que nos daba un paraguas en la puerta de salida y otro que lo recibía antes de subir la escalera del avión.
Salimos unos 15 minutos demorados pero por suerte no afectó mi conexión de solo 1 hora y 25 minutos en Guarulhos (San Pablo). El vuelo fue tranquilo y super rápido, en 55 minutos ya estábamos en la ciudad más populosa de Brasil. En el aeropuerto fui al baño y enseguida me fui a la puerta de embarque del vuelo a Rosario, donde los pasajeros ya estaban entregando sus tickets para subir al avión. No tuve que esperar ni 5 minutos, la mejor conexión de la historia (o de mi historia por lo menos).
En el vuelo a Rosario ya me sentía local, lleno de argentinos volviendo de sus vacaciones en las playas brasileñas. El vuelo también fue tranquilo, para el almuerzo nos dieron un sándwich que comí con mucho gusto porque estaba con bastante hambre. Luego de 2 horas y 50 minutos estábamos aterrizando en suelo rosarino.
A diferencia de Florianópolis, en Rosario el clima estaba cálido y soleado, con 26 grados. Sellaron mi pasaporte, busqué mis valijas y me dispuse a travesar la puerta de salida... ahí pude divisar a mis papás que me estaban esperando con un cartel de bienvenida y un ramo de flores! (habían pasado más de 4 meses sin vernos).
Fue un buen viaje y una feliz bienvenida... Argentina voltei!